'La Nación'. Buenos Aires, Argentina
'El Financiero'. Ciudad de México, México
'El Mundo'. Madrid, España
'O Globo'. Rio de Janeiro, Brasil
'Ara'. Barcelona, España
'La Vanguardia'. Barcelona, España
'Courrier International'. París, Francia
Otros



Libro-objeto 'Una paradoja dominical'
650 ejemplares 
56 páginas
5 tintas más una sexta serigrafiada
Barnizado por ambas caras
Troquelado y plegado manual en formato acordeón 
Dimensiones plegado 95 mm x 380 mm 
Dimensiones desplegado 266 cm x 380 mm 
Papel Freelife Vellum White 215 grms
Faja de papel vegetal 150 grms 
Edita La Vanguardia. Marzo de 2012 


Las 28 páginas que forman el anverso contienen una selección de doce columnas publicadas en La Vanguardia y Courrier Internacional y doce análisis sobre estos trabajos por destacados profesionales del periodismo, el arte, la poesía, el diseño y el psicoanálisis.
Las cuatro últimas páginas explican el desarrollo de estas columnas en otros formatos y soportes: vídeo arte, arte digital, obra gráfica o arte participativo.
Una reproducción a escala 1:1 de la obra 'Vida sexual de una pareja estable' recorre las 28 páginas que forman el reverso.


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SELECCIÓN DE TEXTOS INCLUIDOS EN EL LIBRO

Pensamiento lateral
Sergio Vila-Sanjuán

Periodista cultural y escritor. Coordinador del suplemento Cultura's de La Vanguardia. Miembro de la Academia de Buenas Letras. Autor de varios libros de no-ficción, ganó el Premio Nadal 2013 con la novela 'Estaba en el aire'. Fue responsable del Año del Libro y la Lectura 2005 en Barcelona y ha comisariado exposiciones de pintura realista

Cambiar la forma en que nos aproximamos a la realidad resulta complicado. Nuestros hábitos y rutinas adquiridas tienen tal peso que dificultan la modificación de nuestra pespectíva y a menudo restan frescura a nuestras visiones. El profesor estadounidense Edward De Bono, que advirtió este proceso, propone para combatirlo la potenciación de un “pensamiento lateral” que acceda a la realidad por vías diferentes a las más transitadas. Bono utiliza técnicas como las palabras aleatorias, la analogía o el método de inversión para generar sucesiones de ideas con vocación diferente.
Lo que Jaime Serra propone en sus columnas es un pensamiento lateral periodístico. Frente a la argumentación discursiva lingüística, Serra despliega la imaginación visual, la infografía, los comparativos numéricos, la estadística y el relato. Cada domingo, cuando leo, miro y analizo su columna, encuentro algo que me desconcierta totalmente. Y entonces sé que voy a aprender algo nuevo.


Yo, tu

Fotoperiodista, artista y abogado ecuatoriano. Autor de seis libros de fotografía, ha publicado su trabajo en National Geographic y New York Times Sunday Magazine. Inspirado en la fotografía de su libro AndesMario Vargas Llosa escribió veinte cuentos cortos. Ha exhibido su trabajo en Japón, Francia, España, Ecuador y EE.UU. Secretario de Cultura de la ciudad de Quito desde enero del 2015.

El periodismo está enfermo. Es una enfermedad que lo disminuye: le falta poesía, arte, libertad.
Los periodistas hemos creído ingenuamente el mito de la objetividad. Hemos aprendido a hablar con la voz impostada de quien sabe más o mejor. Hemos asumido ese tono omnisapiente de la tercera persona: ellos, ellas, él. Pero nunca yo, tú.
Los tiempos han cambiado. En la red hay un caudal inagotable de noticias, de opiniones, de puntos de vista. Los medios impresos tienen cada vez menos lectores y sus portales digitales compiten por segundos de atención en un océano de ofertas. Para empeorar aún más la situación, en algunos de nuestros países hay gobiernos que nos quieren silenciar porque no somos “objetivos”. Quieren esterilizarnos, obligarnos a repetir la verdad oficial.
Este es el mejor momento para la información y el peor momento para los periodistas. Nuestra profesión sufre una crisis profunda de identidad. ¿Somos aún relevantes?
Jaime Serra nos recuerda que somos más relevantes que nunca. Jaime es un periodista que se da el permiso de hablar con garra, con coraje, con ternura, con sencillez. Jaime es un periodista artista. Es decir, es un artista que investiga, que cuenta historias que nos importan a todos. Y es un periodista que se atreve a hablar con una primera persona cargada de dudas. Un periodista que toma, del arte, la libertad.
Jaime Serra nos descubre que lo que importa es el ser humano concreto, tanto el que cuenta las historias como el que aparece en ellas. Jaime es un ser humano que tiene adicciones, que celebra la dulce lotería del deseo, que folla y a veces no folla, que celebra la excentricidad, que denuncia la violencia, que disecciona la soledad, la suya y la nuestra. Un ser humano que se equivoca y que sabe que la vida sin poesía no vale la pena ser vivida.
Es imposible identificarse con ellos, con los otros, con los ajenos y distantes. Pero cuando una historia logra convertir a ese otro distante e impersonal en un ser humano de carne y miedo, un ser que tiembla y goza y desea y celebra, el periodismo vuelve a ser necesario, urgente, relevante.
¿Alguien puede pensar en la mutilación genital femenina de la misma manera luego de ver la columna de Jaime?
El periodismo está enfermo. Sufre un exceso de dolores extraños, lejanos. Necesita de simples y cotidianas dulzuras, de historias humanas y concretas contadas por personas humanas y concretas. Necesita despojarse de esa máscara anticuada de la objetividad, y reírse y llorar como sólo saben hacer los locos y los niños.


Teoria de l'iceberg
Manuel Guerrero Brullet

Responsable del ámbito de artes en el Arts Santa Mònica, Barcelona. Autor de ensayos sobre poesía. Ha comisariado numerosas exposiciones, entre las que cabe destacar Joan Brossa o la revolta poètica (Fundació Joan Miró, Barcelona 2001) o L’univers obert d’Antoni Tàpies (La Panera, Lleida 2003)

Les imatges, les paraules, se’ns apareixen, d’una manera habitual, damunt d’un paper, d’una superfície, o en les múltiples pantalles que ens envolten com a signes que descodifiquem d’una manera quotidiana en actes de comunicació singulars que alhora són fruit de les convencions amb les quals es conformen les cultures i la vida en comú. Els mitjans de comunicació, en aquest context, tenen un paper fonamental a l’hora de propiciar la creació de valors i de referents, i de fomentar la reflexió i el debat, en les nostres societats democràtiques. Quan a més a més un mitjà de comunicació aconsegueix fer una aportació rellevant en la renovació i la creació de nous formats periodístics, literaris, artístics o audiovisuals, aleshores ens trobem davant d’un instrument fonamental per al coneixement i la innovació social i col·lectiva. És el que al meu entendre aconsegueix, entre d’altres, Jaime Serra, d’una manera subtil i subversiva, a les seves columnes indefinibles de La Vanguardia. Mitjançant idees, imatges i paraules, amb mètodes infogràfics, Jaime Serra fa cada setmana un brillant exercici creatiu, amb humor i ironia, que posa en dubte la lògica habitual del discurs periodístic i la relació entre informació, veritat i representació. En les seves columnes visuals i textuals, on no hi manquen autèntics palimsests o divertits jocs de paraules, conviuen la lírica i la crítica, la màxima elegància i la provocació més refinada. Com en els icebergs, sota la superfície de les seves imatges i dels seus textos, s’amaga una potent càrrega de profunditat que esdevé refrescant i contundent, i que, sens dubte, ens convida a la reflexió i al somriure intel·ligent. 


Oración insubordinada
Miquel Molina

Escritor. Director Adjunto de La Vanguardia

Al new journalism de los 60 o 70 se le atribuye la extensión de las fronteras del periodismo más allá del rígido corsé en el que se había desarrollado siempre esta profesión. Los Hunter S. Thompson, Norman Mailer o Truman Capote, en sus libros o artículos publicados en medios como Rolling Stone o The New Yorker, fueron los primeros que vieron reconocida su audacia a la hora de contar historias de interés periodístico que se servían de la literatura como hilo conductor. Anteriormente, el cine ya había explorado con éxito ese maridaje realidad/ficción, una tendencia que alumbra ahora excelentes propuestas que tienen una base de pura investigación periodística, como The Queen (Stephen Frears, 2006), The hurt locker (Kathryn Bigelow, 2008) o Fair game (Doug Liman, 2010). También el teatro, con ejemplos de dramaturgos políticos como David Hare o Mark Ravehhill, se erige en vehículo mediático. Si el periodismo ha sido capaz de converger con manifestaciones artísticas en principio tan dispares, era cuestión de tiempo que se exploraran formas de integrar la producción informativa con una disciplina que habita en las propias redacciones de los periódicos: la infografía. La infografía, entendámonos, no como una propuesta complementaria de la información, supeditada muchas veces al espacio concedido o reservado para la parte gráfica del conjunto, sino la infografía como discurso predominante, insubordinado. Esta insubordinación –valoremos también la audacia- es el elemento inspirador de las columnas que viene publicando Jaime Serra en la sección de Tendencias de La Vanguardia. Insubordinación respecto a la condición predominante de la palabra y también subversión del orden tradicional de la página. En las columnas de Serra, los elementos visuales conviven con sorprendente naturalidad con los textuales. Infografía y relato periodístico, arte y poesía, siempre al servicio de una idea. Una feliz intersección que en alguna de sus manifestaciones extremas nos evoca -sonrisa en los labios mediante- los delirios letrístas de visionarios como Gil J Wolman o Guy Debord. También, sin necesidad de irnos tan lejos, el sarcasmo de las mejores tiras de humor gráfico o los ejercicios matemáticos que pueblan las páginas de pasatiempos de los periódicos. En consonancia con una realidad que cada vez tiene más aristas, más planos superpuestos, más liquidez, las opiniones semanales de Jaime Serra son difícilmente aprehensíbles, generando, además de muchas adhesiones, algunos rechazos. Ni en el fondo ni en la forma se avienen con los estrictos criterios que aún rigen la organización del discurso periodístico. Y es precisamente por eso por lo que sintonizan tan bien con un momento en el que el periodismo se ve obligado a reinventárse. Diríamos, incluso, que sus poemas articulados sobre elegante papel dominical son el grito desesperado de un mundo que intenta sobrevivir a la nueva dictadura de los formatos. “La suerte se construye”, anotaba Serra en el titular de una columna que contenía un solitario trébol (prefabricado) de cuatro hojas y que compartía página con un artículo sobre una niña que esperaba un trasplante de pulmón.


Un artista en alpargatas
Alfredo Triviño

Director de Innovación de News Corporation, Reino Unido. Ha sido Director Creativo de 

Tiene Jaume para expresarse el descaro y la autenticidad de un superviviente de guerra, y la genialidad de un artista en alpargatas y universalmente profundo. Cuando le escuché por primera vez interpretar sus columnas visuales en México DF se me puso la piel de gallina. Me habría acercado al escenario, le habría abrazado y le habría besado la calva –hablo ahora en su código.
En una década en la que la industria de medios se confunde y tropieza buscando modelos de distribución alternativos, a menudo sin hacer énfasis de veras en la calidad y exclusividad de los contenidos que se ofrecen, lo más relevante no es que él haya fundado una nueva manera de contar, sino que esas historias que cuenta en primera persona se convierten en haikus cinematográficos que merecen la pena ser coleccionados. Son poemas inteligentes y emocionantes que nacen con vocación no de ser leídos, sino de ser vistos y escuchados, narrados por el propio Jaume.


¡Qué talento el catalán!
Roberto Guareschi

Periodista argentino. Columnista sobre nuevos medios y periodismo. Dirige la serie América Latina de Project Syndicate. Ha sido profesor invitado en la escuela de posgrado de periodismo en UC Berkeley. Dirigió el diario Clarín entre 1990 y 2003

A finales de los noventa estábamos rediseñando Clarín y buscábamos un infografista. No sabíamos por dónde empezar. El género entraba por primera vez de lleno en los medios y buscaba su lenguaje con exuberancia. Recuerdo deslumbrantes infografías tan barrocas que uno se perdía en ellas como en un mal texto periodístico. Los lectores las apreciaban mucho pero pocos recordaban la información que tenían. Claro, las imágenes y los textos competían a codazos por el ojo del lector.
Yo pensaba en una infografía con gran riqueza informativa y que fuera clara y bella. Pero no lo tenía así de claro entonces. Peor aún, no era fácil encontrar un buen infografista en Buenos Aires ni en ninguna parte.
Aquí entra Jaime. Viene de Cataluña. Parece hosco. ¿Sabrá enseñar? ¿Podrá formar un equipo que un día lo remplace? Toni Cases me dice que es muy bueno.
– Qué tipo de infografía quieres que haga –me dice Jaime.
– No sé. Lo vemos en el camino. Hacé infografías que te gusten.
Eso le dije y creo que fue mi único mérito: haber admitido mi ignorancia, ofrecerle mi confianza y darle toda la libertad que quisiera tomarse. Buscábamos un infografista distinto y lo encontramos. ¡Qué talento, el catalán! Recuerdo el gráfico del pan y las infografías de la ballena austral. Ningún exceso: todo está al servicio de la información. Texto e imagen se modulan para llegar al lector con la expresividad necesaria. No hay ningún narcisismo, nada nos hace pensar en la infografía ni en el autor. Estamos cautivados por lo que la infografía nos dice, y nada más.
Buscábamos ese infografista pero encontramos mucho más. Pronto nos dimos cuenta de que la fuerza de los trabajos de Jaime no era tan solo el producto de una síntesis afortunada, sino que residía en su belleza estética y su capacidad narrativa. Habíamos encontrado un artista.
Sus trabajos en La Vanguardia muestran cómo ha avanzado en su camino único en el periodismo. La infografía le va quedando chica. Ahora la dimensión individual está mucho más presente. Jaime está inventando otro género aún más potente, libre y expresivo, capaz de llegar más hondo en nosotros, en nuestra humana complejidad.
¿Cómo se llama su género? No importa. Pongámosle ‘serrismo’ mientras pensamos. Lo importante es reconocerlo para disfrutarlo más (y para coleccionarlo, seguro). ¿Es periodismo? Yo digo que sí. Qué importan las fronteras. Es más; creo que con Jaime lo visual periodístico está haciendo un recorrido similar al que ha hecho el periodismo de texto con Rodolfo Walsh, Tomás Eloy Martínez.
Esos maestros ampliaron los límites expresivos del periodismo. Pero por entonces los géneros eran aún estables. Hoy en cambio las fronteras se disuelven, el mapa ya no tiene los viejos hitos y Jaime está construyendo una nueva infografía en el camino de las artes visuales ¿Cuál de ellas? Jaime lo sabrá en el camino.
Con todo, tiene una ventaja; lo visual está seguro en los nuevos medios, abierto al cruzamiento de lenguajes mientras el texto anda enojado e inseguro porque ya no está solo en la cima.
Quiero conocer al tipo de La Vanguardia que ha sabido darle ese lugar tan especial a Jaime (bastante astuto ha de ser). A los periodistas nos conviene aprovecharlo aunque sea a ratos. Porque si lo perdiéramos, perderíamos nosotros.


Serra no sabe nada, y expone, e infiere, sobre lo que no sabe
Jorge Aulicino

Poeta, periodista y traductor. Autor de catorce libros de poemas, su obra a sido traducida al italiano y al inglés. Ha sido subdirector de la revista cultural Ñdel diario Clarín 

Si usted no puede imaginar una columna escrita por un personaje que fuese un émulo de Jarry, pero más serio y espartano, cuyo ánimo fluctuase entre la resignación y la constatación fría, o fresca, la mordacidad y la crítica, pero que además insistiese en relacionar palabras con imágenes, o bien dejar que las imágenes fluyan por su lado y las palabras las acompañen (o a la inversa), a ver cómo se relacionan, bueno, usted no ha visto-leído las columnas de Jaime Serra en el diario La Vanguardia, publicadas desde hace poco menos de dos años. Aunque Jaime me ha rogado que no mire esto desde el punto de vista de los fenómenos o innovaciones periodísticos, no puedo dejar de anotar que tales columnas son una innovación en ese oficio o profesión en el que se mueven artistas, escritores, algunos líricos y personas con afán de narrar, para quienes el periodismo debería ser considerado, en su totalidad, como una de las bellas artes: el arte de armar una representación del día pasado (al menos, en el periodismo sobre papel: en el digital, podría decirse que la intención sería armar la totalidad del minuto). Serra ha tenido el privilegio de cultivar un espacio a su antojo, y quienes se lo han dado partieron tal vez de la premisa de que los columnistas pueden hacer de sus columnas lo que les venga en gana,
en tanto sea lícito y legal. Y a veces, si ni siquiera lo parece. Así, Serra ha narrado a su modo, ha desarrollado teorías, ha constatado la existencia de la no existencia, ha hecho gráficos de ideas e ideas de gráficos, ha convertido un poema célebre en un concierto de colores: ha, digo, en cierto modo y hasta cierto punto, parodiado sin ánimo de ofensa la moderna profesión de los infógrafos y los estadísticos, el antiguo arte de la didáctica, que representa gráficamente las ideas en pizarras y manuales, para mejor asimilación de aquellas por parte de los educandos. El periodismo todo ha tenido y tiene un orgulloso tic didáctico. No hay nada que complazca más a un periodista que enseñar, desarrollar, exponer, limando los sobrentendidos, todo aquello que sabe. Una sola crónica podría convertirse en un tratado de ciencias varias si el periodista tuviese un espacio ilimitado para expandir su background. Ahora bien: las columnas de Serra son lo opuesto a esto. O son la realización de esto. Serra no sabe nada, y expone, e infiere, sobre lo que no sabe. Pero, por favor, y antes que se malinterprete: Serra ignora todo cuanto ignoramos o preferimos ignorar (excepto a los canallas). Su lógica es patafísica, pero es lógica. Desemboca en los atolladeros de la lógica, que se resuelven en el disparate o la melancolía. Pero Serra no intenta ser disparatado, sino mostrarnos espejos. Espejos que reflejan espejos. ¿Espejos deformantes o espejos fidedignos, que prolijamente registran las protuberancias cuasi monstruosas que llamamos vida… a su vez reflejadas, atrapadas, en los compartimentos de las cifras y los datos? Preventivamente, las conclusiones de Serra –excepto las morales– no son definitivas, sino constataciones de todo cuanto ignoramos todos, incluso los sabios. Pero se presentan a veces con la ingenua seriedad con que los sabios presentan sus verdades. Por estas vías, el arte de Serra es arte. Quiero decir con ello que con sus instrumentos se podrían haber armado cosas muy ingeniosas, pero sin ética y estética complementarias entre sí. Nos reiríamos con las capacidades combinatorias de un cómico puesto a esta tarea. Cómico cuya crítica resultaría funcional y sería resultado de un uso funcional de recursos expositivos graciosamente combinados. En cambio, nos sonreímos, las más de las veces, con Serra. No más. Porque su utilización de la gráfica y los textos no es funcional, como -queda dicho-; no es didáctica ni resolutiva, salvo excepciones, claramente políticas. Aquí, cada elemento que se pone en juego está al servicio de sí mismo, ya sea una estadística, una imagen o un texto. Me han gustado especialmente el relato pesadamente enmarcado del zapato solitario sobre el escritorio (“Sólo es un zapato”) y “Diario sin hechos”. Ved en esto, os suplico, la filosofía de la que hablaba al principio, si aquí hay alguna.


Arte para pensar
Miguel Díaz

Psiquiatra-psicoanalista. Docente y miembro del Comité Consultor de iPsi, centro de atención, docencia e investigación en salud mental. Supervisor en la Red Pública de Atención a las Drogodependencias de la Generalitat de Catalunya

Ante todo debo decir que mi acercamiento al arte y al periodismo es el de un ciudadano inquieto por la actualidad y sensible a la actividad creativa, carente de formación en ambos campos, aunque mi tarea como psicoanalista reconoce en los practicantes de los distintos lenguajes del arte a los primeros exploradores de la subjetividad humana.
Entiendo que la propuesta de Jaime Serra a través de sus columnas en el periódico La Vanguardia es la de un arte que invita a pensar. Una narrativa que trasciende las disciplinas con las que opera y se constituye en un discurso propio, singular, que muestra la imposibilidad de poner fronteras a los diferentes modos de expresión artística.
Esas incursiones por parte de escritores, pintores, escultores y sobre todo poetas en los entresijos del psiquismo humano, donde se debaten los genuinos sentimientos que sostenidos por palabras conforman el cuerpo del pensamiento, dotaron de materia prima a la construcción del corpus psicoanalítico.
En este caso, imágenes y palabras que tienen como objetivo una invitación a pensar, no sólo a sentir, a leer distraídamente. El detenerse e interesarse por la columna lleva implícito la obligación de pensar, de ir más allá de lo evidente.
Mi experiencia de trabajo con el psiquismo me hace valorar la importancia que tiene para éste todo acto de pensamiento que se aleje de lo explícito y se entregue, guiado por lo que la metáfora propone, a su devenir subjetivo.
Iniciativa que viene a dar una alternativa al predominio que actualmente tienen en los medios de comunicación las imágenes. Apunta una idea con el propósito de que el lector se ponga a trabajar en ella. Provoca un diálogo, lo que deriva en la necesaria renuncia a cualquier actitud pasiva ya que busca la complicidad del lector, compartiendo con él la responsabilidad del acto creativo.
Entiendo que de esta forma se constituye una nueva esfera de contacto entre el arte y el gran público, tan necesaria en los tiempos que corren, en el que los titulares condensados buscan facilitar, simplificar, ¿evitar?, la lectura de un texto que, según parece, tiene muchas posibilidades de no ser leído. Lo que indica que se puede llegar a ese público sin perder contenido, sin banalizar. Por cierto, tarea pendiente en el ámbito del psicoanálisis. No se trata pues de tener como meta que el mensaje destaque en su claridad ya que la significación ha de ser la tarea reservada al lector.
Porque si por algo se caracteriza el siglo XXI es por ofrecernos narrativas previamente elaboradas con intereses concretos, probablemente alejados de los nuestros, con la supuesta intención de facilitarnos la tarea, cualquiera sea ésta, guiándonos hacia el objetivo a conseguir.
Reclamar el compromiso de participación a quien lee no hace más que revelar que todas las personas nos aproximamos a las cosas desde un mundo propio y todo lo que se incorpore a ese mundo tendrá su sello, será transformado según sus principios y, por tanto, desde sus sentimientos e intereses. Se trata entonces de propiciar en el lector la posibilidad de perderse frente a lo que la lógica de nuestro imaginario social parece imponer, desafiando la opinión general regida por unos principios que van a ser puestos en cuestión al estilo de una paradoja, del absurdo.
No cabe duda de que estamos frente a lo que guía el trabajo del artista, la búsqueda permanente de nuevas realidades, de nuevas composiciones. Nuevas ideas que buscan conmover un lecho que, mediante representaciones seguras y estables, pretende convertirse en una realidad única, la realidad. Hay otras realidades posibles, es evidente y así lo sugiere la columna.


Cahier d'école buissonnière
Alain-Gilles Bastide

Artista, fotoreportero, videorealizador, guionista, performer, mediactivista, profesor... Su trabajo ha sido distribuido por Gamma, Black Star NY y PPS-Magnum Tokyo. Su obra se encuentra en el Centro Pompidou (París), la Biblioteca Nacional de Francia, el CCCB
 (Barcelona), la Colección Schlumberger y colecciones privadas.

De Duchamp a Rimbaud, de rumbaed a rainbow, de Breton a Trotsky, de Jacques Prévert a Duane Michals, de Pierre Desproges a Chris Marker, de Kerouac a McLuhan, del cuaderno de escuela buissonnière a la tableta gráfica… Jaime Serra es un mensajero, un malabarista, un funámbulo. Rompiendo, trastornando, cambiando los códigos establecidos de la relación texto-imagen, poniendo en fiesta sus palabras y sus imágenes nos invita al torbellino con las nuestras. Jaime es un ilusionista, un alquimista, un info-poeta, un i-prosidista, que hace resplandecer el sentido, y nos vuelve ilimitados. Encuentra siempre el justo vacío que permite el encuentro, el justo silencio que permite la música, y el justo momento que, de un final, hace un nuevo comienzo.


Sobre la imposibilidad de que la infografía opine
Jaime Serra

La primera vez que consideré la posibilidad de opinar utilizando el lenguaje infográfico fue en el año 1995, tras publicar en la sección de economía de Clarín el 'gráfico del pan'. Muchos colegas consideraron que ese trabajo contenía una opinión implícita a la vez que conseguía presentar la información de modo preciso. 
La presentación de datos de modo riguroso, en términos informativos, puede devenir en u análisis, pero jamás en una opinión. Á lo máximo que se puede aspirar es a combinar los datos con una presentación ilustrada, siendo esta última la que exprese la opinión. Este es e caso del ‘gráfico del pan’. Al margen de tratarse de una propuesta que requiere de un equilibrio entre fondo y forma, difícil de mantener de forma periódica, no dejaba de ser una variante a la opinión gráfica convencional. Quince años después rescate la idea de modo más ambicioso: ¿por que limitarse a la infografía?; utilizaría esta junto a la fotografía, la ilustración el diseño y el texto, combinándolos entre si para expresar ideas en un formato que, de por si, representa una toma de posición: con un aspecto formal provocador, precisamente por ser idéntico y sin aclaraciones al del resto de columnas textuales, y desde una sección de ámbito general como Tendencias, en lugar de una más previsible Cultura. Una línea de trabajo que pudiese cuestionar la palabra impresa, paradójicamente desde su publicación en un medio impreso de masas. Alfredo Abián y Miquel Molina, vicedirector y subdirector respectivamente de La Vanguardia, se entusiasmaron con la idea desde un primer momento y coincidimos en que Tendencias era 
el lugar apropiado para esta aventura. Sin referencias en prensa escrita, el formato se mantiene abierto a experimentaciones en busca de soluciones que propongan al lector otro lugar desde el que abordar la información en prensa escrita. 







El 'gráfico del pan'. Un trabajo del día hecho sin demasiada reflexión. No había una intención de opinar, pero si de potenciar el contenido informativo mediante el aspecto formal, con ese fin sustituí la gráfica de manual de estilo por una ilustración fotográfica y es esa ilustración -que deja migajas a los pobres- la que parece que contiene implícitamente una toma de postura, una opinión.