'Jaime Serra: cambio de juego'
John Grimwade
Trascripción al castellano de la entrada en el blog 'Infographics for the people' (inglés)




Cuando en 1996 vi este mapa, supe que la infografía entraba en una fase más rica

Mapa de Ruanda tras el genocidio
Cuando hace veinte años Jaime puso esta infografía sobre mi escritorio, pude ver claramente que se había trazado un puente entre los gráficos generados por ordenador y la rica herencia artística de nuestra profesión. Arte e información se reunían de forma hermosa, con la función intacta. Por lo que a mi respecta, este es uno de los hitos en el diseño de la información del siglo XX. Jaime paso a producir numerosas infografías para Clarín que resultaron premiadas, muchos de ustedes lo conocen bien, pero aquí es donde realmente empezó todo.

Estas son algunas reflexiones de Jaime sobre este gráfico. Escritas muy recientemente, con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo.

Algunos antecedentes sobre el tema
Se calcula que durante el año 1994 el gobierno de Ruanda, en manos de la colectividad hutu, instigó el asesinato de entre 500.000 y un millón de tutsis, el equivalente al 75% de la población de este colectivo.
Un año después del genocidio, un equipo de Clarín se desplazó a los campos de refugiados de la zona. La participación de Infografía en esta cobertura informativa se reducía a un pequeño mapa de ubicación que creció hasta convertirse en una página de la revista dominical debido principalmente al tratamiento gráfico.

Realizado en 1996 y anterior a ‘La ballena franca’ (nota del editor: Oro en los premios Malofiej), ‘El mate’, ‘Eureka’ o ‘el gráfico del pan’, el ‘Mapa de Ruanda’ fue uno de los primeros trabajos –si no el primero- donde entiendo que conseguí plasmar un estilo gráfico personal; completo y radical.

Argentina
Un año antes había aterrizado en Argentina para crear el departamento de infografía de diario Clarín, el más vendido del mundo en habla hispana. La ausencia de criterios infográficos en el periodismo argentino era absoluta y esto -en principio un serio hándicap- supuso un espacio de libertad que me permitió repensar las bases sobre las que habíamos construido la profesión en años recientes.
Como ahora, en aquella época el aspecto formal de las infografías era siempre el mismo, al margen del tema tratado. Un estilo frío, aséptico, creado con ordenador y software de vectores. Yo estaba convencido de que estábamos desperdiciando el primer nivel de lectura –la estética- de uno de los primeros niveles de lectura de un diario –la infografía-.  Dispuesto a correr riesgos cree para Clarín un completo manual de estilo que se aplicaba férreamente, mientras, simultáneamente, daba forma a un concepto que defino como ‘la estética como ética’ para las numerosas excepciones en que no se utilizaría el estilo gráfico del manual.  Este concepto –que no un estilo, si no la ausencia de él- pretendía dotar al aspecto formal de contenido, tratando cada infografía de modo específico según el tema a tratar. Bajo este criterio el equipo de Clarín realizó, con mejor o peor fortuna, cada infografía de forma singular, según hablase del chicle, Houdini, o la casa de Anna Frank.

Mirándolo con la perspectiva que nos otorga el tiempo creo que fue una evolución natural de mi modo de entender el uso de los distintos componente de la infografía (ilustración –cuando la hay-, información y diseño). Descubro trabajos anteriores a Clarín donde ya se intuía el camino que tomaría posteriormente. Un claro ejemplo es la doble página sobre los Juegos Olimpicos de Barcelona 1992. Trabajo ganador de mi primer Oro Malofiej realizado para El Periódico de Catalunya, diario en el que trabajaba antes de mudarme a Clarín.  En esta doble página la figura central y las ilustraciones que explican las practicas deportivas de los antiguos juegos olímpicos, están realizados manualmente mediante la técnica del scratchboard en un trazo y color inspirado en las imágenes de las cerámicas de la antigua Grecia. Aunque Peter Sullivan ya destacó este aspecto en su libro ‘Information Graphics in Colour’ (IFRA, 1993), no creo que fuera consciente del camino que estaba tomando.

Mientras estaba aplicando el manual de estilo y sus excepciones, ya tenía otra pregunta que me llevaría más allá: ¿podía aplicar a mis infografías un estilo propio, distintivo, radical; el mismo que utilizaba en mis  trabajos más personales, sin traicionar –incluso potenciando- el contenido informativo?  

Con un estilo gráfico influenciado por ilustradores como Henrik Drescher, el diseño que David Carson estaba aplicando a la revista Ray Gun y maravillado por la morfología recién descubierta de Anselm Kiefer, un artista que a día de hoy me sigue fascinando, el dramatismo del reportaje que debía acompañar el mapa de Ruanda me hizo pensar que era el tema idóneo para investigar en busca de respuestas.

New York
Cuenta John la vez que nos conocimos en su oficina de Nueva York. Aproveché un viaje de placer a la ciudad para descubrir la reacción que los trabajos hechos en mi primer año de Clarín producía en las principales redacciones de la gran ciudad. Fue así como conocí, entre otros, a Charles Blow, por entonces director del departamento del New York Times; a Joe Zeff, jefe de diseño en Time Magazine y a John, que entonces trabajaba en la revista Conde Nast Traveller.
Sinceramente, nunca había oído hablar de Blow ni de Zeff, era los medios para los que trabajaban lo que me interesaba. Pero conocía perfectamente el trabajo de John Grimwade y, sinceramente, tampoco conocida demasiado Conde Nast Traveller más allá de sus infografías.
Si Carson, Dresher y Kiefer eran mis referentes plásticos del momento, Grimwade, en las antípodas graficas de estos, era mi principal referente en lo que a infografía se refiere. Mi finalidad era aplicar los criterios comunicativos que, en gran medida había aprendido de observar su trabajo, a mi estética personal.

Una infografía todavía hoy relevante
Al pie del mapa de Ruanda se puede observar trazado a mano el año en que lo realicé: 1996. Veinte años después me pregunto -y le pregunto a John- a quien puede interesar. Dice que a mucha gente, para mi es más que suficiente que a el le siga pareciendo relevante.
(Nota del editor: he llamado a mi blog ‘Infografia para la gente’ con el fin de llamar la atención sobre la necesidad de agregar calidez a las infografías y, generalmente, involucrar al público)


Boceto para el estilo a emplear en el mapa de Ruanda

Además de realizar los necesarios bocetos arquitectónicos de distribución de la información, que cubren la función de planta y alzado sobre los que construir la infografía, en aquella época también realizaba bocetos para encontrar el tono gráfico apropiado. En mi cuaderno de bocetos realicé este montaje con fotocopias de dos mujeres de raza negra muy parecidas -no existía diferencia racial entre ‘tutsis’ y ‘hutus’, se trataban de dos estamentos, dentro de la etnia banyaruanda, que tras el genocidio fueron eliminados del documento nacional de identidad- cortadas y vueltas a unir con grapas -la mayoría de los innumerables asesinatos se realizaron a machetazos-. La escala geográfica –en francés: Ruanda había sido colonia belga-, en este caso, parece sugerir la dimensión del corte humano y social.

Más sobre este trabajo
'Pasado y futuro'
Malofiej 20