La verdad de los datos
Es el humano un ser extremadamente creativo; de hecho, ¿podemos hacer algo que no lo sea? Lo son los conceptos y procesos que nos permiten obtener, procesar, almacenar y visualizar datos sobre nuestro comportamiento, para finalmente analizar y sacar conclusiones que supongan un valor para nuestra sociedad en campos como el urbanismo, la economía o el periodismo, por citar algunos ámbitos donde el big data es hoy una realidad.
Por su naturaleza, los datos pertenecen más al ámbito de la ciencia que al de las artes y si hay una cosa que no pueden ser es “verdad” –todavía más los obtenidos con la moderna tecnología, que prescinde, como un valor, del individuo–, para serlo necesitarían de un componente esencial del que no disponen: la subjetividad. Además las conclusiones que cabe extraer del manejo de datos son generalidades, promedios, porcentajes, estadísticas y el ser humano es concreto y subjetivo, todo lo que hace lo es. Quizás por eso, a menudo no nos sentimos identificados con ellos.
La cuantificación de pequeñas cantidades de datos aplicados a una persona concreta, en una situación concreta y en un momento concreto nos arroja un resultado absolutamente subjetivo, solo aplicable a ese individuo y, sin embargo y paradójicamente, más cercano.
Es ahí, en la más radical subjetividad, donde podemos vernos reflejados: en los datos del otro.


Jaime Serra
6 de mayo del 2014, para La Vanguardia